domingo, 21 de agosto de 2011

...

No, amada, vos no podeís ser una sirena,

pues tu voz, más que a la muerte,

me entrega a una dulce condena.


No, doncella, no soís una diosa,

que las diosas han sido plasmadas a imagen humana,

y vuestra existencia es más que divina.


Tampoco soís, cariño, comparable con una rosa,

la pureza de tu alma va más alla de su belleza,

y el aroma de tu piel supera, por mucho, la esencia de su marchito perfume.


Así pues, etérea dama,

soís más que delicadeza y suavidad en el aire,

soís más que un deseo provocado por mi cruel convalescencia,

soís... producto de mi imaginación desesperada.


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